6.16 Ho¿Cómo puede mi trabajo servir a Dios? ¿Tengo derecho a trabajar? ¿El desempleo es anticristiano? ¿Qué pasa si tengo que elegir entre iglesia y trabajo?
Dios ordenó a las primeras personas que ‘trabajaran la tierra’ (Gn 2,15). Esto incluye cualquier actividad de utilidad, también en el hogar o como voluntario. El trabajo es una manera de realizar nuestra dignidad humana y de servir a Dios para luchar por la santidad. Por lo tanto, el trabajo es un derecho humano que viene con la responsabilidad de hacer un trabajo adecuado.
Si el trabajo es un derecho humano, entonces su ausencia es espantosa. Aún en tiempos de Jesús ciertas personas estaban desempleadas, y él elogia a un hombre que les ofrece trabajo (Mt 20,1-16). Tenemos que hacer lo que podamos para crear trabajos para todos. Puede que a veces tengas que elegir entre ir al trabajo o ir a la iglesia, pero que eso nunca se convierta en una elección entre el trabajo y Dios. No estamos aquí para honrar el domingo, así es que un ‘domingo de trabajo’ ocasional no es problema. Pero en general tratemos de mantener los domingos libres, porque ellos están aquí para recordarnos a Jesús, nuestra necesidad de descanso, y para dar toda nuestra atención a Dios a intervalos regulares.
¿Cuál es la vocación de los fieles laicos?
Los fieles laicos tienen como vocación propia la de buscar el Reino de Dios, iluminando y ordenando las realidades temporales según Dios. Responden así a la llamada a la santidad y al apostolado, que se dirige a todos los bautizados [CCIC 188].
¿Cómo participan los fieles laicos en la misión sacerdotal de Cristo?
Los laicos participan en la misión sacerdotal de Cristo cuando ofrecen como sacrificio espiritual «agradable a Dios por mediación de Jesucristo» (1 P 2, 5), sobre todo en la Eucaristía, la propia vida con todas las obras, oraciones e iniciativas apostólicas, la vida familiar y el trabajo diario, las molestias de la vida sobrellevadas con paciencia, así como los descansos físicos y consuelos espirituales. De esta manera, también los laicos, dedicados a Cristo y consagrados por el Espíritu Santo, ofrecen a Dios el mundo mismo [CCIC 189].
Es urgente proveer de la manera oportuna al bien de las gentes de condición humilde, pues es mayoría la que se debate indecorosamente en una situación miserable y calamitosa, ya que, disueltos en el pasado siglo los antiguos gremios de artesanos, sin ningún apoyo que viniera a llenar su vacío… el tiempo fue insensiblemente entregando a los obreros, aislados e indefensos, a la inhumanidad de los empresarios y a la desenfrenada codicia de los competidores [Papa León XIII, Rerum Novarum, 1].