4.15 ¿Qué es un santo?
Algunos cristianos vivían de una forma tan especial que aquellos con los que se encontraban tenían la impresión de haberse encontrado con el mismo Jesús, por así decirlo. Su heroica virtud no se encontraba en aquello que decía o hacía, sino en su forma de vida.
Es como si ellos estuvieran conectados siempre a Jesús, en todo lo que hacían. Así mismo, permitieron que el espíritu santo les ayudara a vivir como buenos cristianos en la fe, la esperanza y el amor. Se convirtieron en un ejemplo para los demás cristianos. Se les llamaban ‘santos’.
¿Qué significa la “comunión de los santos”?
De la “comunión de los santos” forman parte todas las personas que han puesto su esperanza en Cristo y le pertenecen por el bautismo, hayan muerto ya o vivan todavía. Puesto que somos un cuerpo en Cristo, vivimos en una comunión que abarca el cielo y la tierra.
La Iglesia es más grande y está más viva de lo que pensamos. A ella pertenecen los vivos y los muertos, ya sea que se encuentren en proceso de purificación o estén en la gloria de Dios. Conocidos y desconocidos, grandes santos y personas insignificantes. Nos podemos ayudar mutuamente sin que la muerte lo impida. Podemos invocar a nuestros santos patronos y a nuestros santos favoritos, pero también a nuestros parientes difuntos, de quienes pensamos que ya están junto a Dios. Y por otro lado, podemos socorrer a nuestros difuntos que se encuentran aún en proceso de purificación, mediante nuestras oraciones. Todo lo que cada uno hace o sufre en y para Cristo, beneficia a todos. La conclusión inversa supone, desgraciadamente, que cada pecado daña la comunión. [Youcat 146]
¿Debemos todos ser “santos”?
Sí. El sentido de nuestra vida es unirnos a Dios en el amor, corresponder totalmente a los deseos de Dios. Debemos permitir a Dios “que viva su vida en nosotros” (Santa Teresa de Calcuta). Esto significa ser “santo”.
Todo ser humano se hace la pregunta: ¿Quién soy yo? ¿Para qué estoy aquí? ¿Cómo puedo ser yo mismo? La fe responde que sólo en la santidad llega la persona a ser aquello para lo que la creó Dios. Sólo en la santidad encuentra esta persona la verdadera armonía consigo misma y con su Creador. Pero la santidad no es una perfección hecha a medida por uno mismo, sino la unión con el amor hecho carne, que es Cristo. Quien de este modo logra la nueva vida se encuentra a sí mismo y llega a ser santo. [Youcat 342]
Los santos manifiestan de diversos modos la presencia poderosa y transformadora del Resucitado; han dejado que Cristo aferrara tan plenamente su vida que podían afirmar como san Pablo: “Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí” (Ga 2, 20). Seguir su ejemplo, recurrir a su intercesión, entrar en comunión con ellos, “nos une a Cristo, del que mana, como de fuente y cabeza, toda la gracia y la vida del pueblo de Dios”. [Papa Benedicto XVI, Audiencia General, 13 de abril de 2011]