4.23 La Iglesia quiere proteger la vida, pero ¿se opone a distribuir preservativos en África?
El problema principal con los condones es que están conectados con una trivialización del sexo. Los condones y otros anticonceptivos dan una falsa sensación de seguridad y la idea de que así somos capaces de prevenir las consecuencias naturales de nuestro comportamiento sexual. Además, estos medios no siempre tienen éxito en la prevención del embarazo o la propagación de enfermedades.
Esto no está de acuerdo con la verdadera naturaleza del sexo, que es una experiencia muy íntima del amor entre un hombre y una mujer. Si ese amor se experimenta de una manera profundamente humana, los anticonceptivos no son necesarios. Por todas estas razones, la Iglesia no considera buena la distribución de condones. Sin embargo, no rechaza a nadie: en todo el mundo, los pacientes que sufren de SIDA u otras enfermedades son cuidadosamente atendidos en los hospitales católicos.
¿Cuáles son los medios inmorales para la regulación de la natalidad?
Es intrínsecamente inmoral toda acción –como, por ejemplo, la esterilización directa o la contracepción–, que, bien en previsión del acto conyugal o en su realización, o bien en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga como fin o como medio, impedir la procreación. [Youcat 498]
¿Por qué no son buenos todos los métodos de regulación de la fecundidad?
Como métodos de regulación consciente de la fecundidad, la Iglesia remite a los métodos perfeccionados de la autoobservación y de la Planificación Familiar Natural / Regulación Natural de la Fecundidad (PFN/RNF). Corresponden a la dignidad del varón y la mujer; respetan las leyes internas del cuerpo femenino; exigen ternura y unas relaciones recíprocas respetuosas y son por ello una escuela del amor.
No es indiferente que un matrimonio recurra a la anticoncepción o que aproveche el ciclo de los días fértiles de la mujer para regular responsablemente, es decir, generosamente la fecundidad. En el primer caso, distorsiona la naturaleza propia de la relación íntima conyugal haciéndola intencionadamente infecunda; en el segundo caso, respeta la integridad de esa relación íntima personal. La Iglesia rechaza la anticoncepción -realizada por medios químicos (la “píldora”), mecánicos (el preservativo), quirúrgicos (la esterilización) y otros (la interrupción del acto)- no tanto por su carácter “artificial”, cuanto porque falsifica la relación personal conyugal privándola de su significado natural propio (ser fecunda). La mentalidad anticonceptiva, que implica una voluntad a ultranza de impedir la fecundidad, puede también afectar al uso de los “métodos naturales”, que entonces también sería ilegítimo. Pero cuando recurre a los mencionados “métodos artificiales” la mentalidad anticonceptiva tampoco se detiene ante los daños que causan a la salud de la mujer, ni ante el carácter abortivo de algunos de ellos (el espiral o la “píldora del día después”), ni ante los diversos trastornos que ocasionan a la vida conyugal. [Youcat 421]
¿Qué dice la Iglesia del uso de preservativos en la lucha contra el sida?
Dejando al margen el hecho de que los preservativos no ofrecen una protección totalmente segura frente a la infección, la Iglesia rechaza el uso del preservativo para luchar contra el sida por ser un medio mecánico unilateral y apuesta sobre todo por una nueva cultura de las relaciones humanas y por el cambio de la conciencia social
Únicamente la práctica de la fidelidad y la renuncia a contactos sexuales superficiales protegen eficazmente contra el sida y educan en una relación integral del amor. Pertenecen a ello el respeto de la igual dignidad de hombres y mujeres, la preocupación por la salud de la familia, el control responsable de los deseos impulsivos y también la renuncia a la unión sexual fuera del matrimonio. En países de África donde se ha promovido un comportamiento como éste mediante amplias campañas sociales, se ha podido reducir con claridad la tasa de infecciones. Además de esto la Iglesia hace todo lo posible para ayudar a las personas que están afectadas por el sida. [Youcat 414]
Los hombres rectos podrán convencerse todavía de la consistencia de la doctrina de la Iglesia… si reflexionan sobre las consecuencias de los métodos de la regulación artificial de la natalidad. Consideren, antes que nada, el camino fácil y amplio que se abriría a la infidelidad conyugal y a la degradación general de la moralidad... Podría también temerse que el hombre, habituándose al uso de las prácticas anticonceptivas, acabase por perder el respeto a la mujer y, sin preocuparse más de su equilibrio físico y psicológico, llegase a considerarla como simple instrumento de goce egoísta y no como la compañera, respetada y amada. [Papa Pablo VI, Humanae Vitae, 17]