1.28 ¿Por qué tuvo Jesús que morir de una muerte tan terrible?
Jesús murió una muerte horrible, dolorosa e inhumana en la cruz. Por un lado, Él es el Hijo de Dios por otro lado, sufrió como ser humano y experimentó dolor y miedo. A través de su sufrimiento y muerte, Jesús nos redimió de la muerte y obtuvo el perdón por todos los pecados.
Con su horrible muerte, Jesús demostró que realmente habló en el nombre de Dios el Padre, y Dios lo confirmó mediante la resurrección de Jesús. A lo largo de su vida, Jesús nos mostró que Él ama a las personas. Él demostró este amor por nosotros particularmente en la cruz, donde tomó todos nuestros pecados sobre sí mismo (Hebreos 9:28)Hebreos 9:28 "así también Cristo, después de haberse ofrecido una sola vez para quitar los pecados de la multitud, se aparecerá por segunda vez sin relación ya con el pecado a los que le esperan para su salvación.".
¿Cuáles son los efectos del sacrificio de Cristo en la Cruz?
Jesús ofreció libremente su vida en sacrificio expiatorio, es decir, ha reparado nuestras culpas con la plena obediencia de su amor hasta la muerte. Este amor hasta el extremo (cf. Jn 13, 1) del Hijo de Dios reconcilia a la humanidad entera con el Padre. El sacrificio pascual de Cristo rescata, por tanto, a los hombres de modo único, perfecto y definitivo, y le abre a la comunión con Dios. [CCIC 122]
¿Por qué tuvo Jesús que redimirnos precisamente en la Cruz?
La Cruz, en la que Jesús inocente fue ajusticiado cruelmente, es el lugar de la máxima humillación y abandono. Cristo, nuestro Redentor, eligió la Cruz para cargar con la culpa del mundo y sufrir el dolor del mundo. De este modo, mediante su amor perfecto, ha conducido de nuevo el mundo a Dios.
Dios no nos podía mostrar su amor de un modo más penetrante que dejándose clavar en la Cruz en la persona del Hijo. La cruz era el instrumento de ejecución más vergonzoso y más cruel de la Antigüedad. Los ciudadanos romanos no podían ser crucificados por grandes que hubieran sido sus culpas. De este modo Dios penetra en lo más profundo del dolor humano. Desde entonces ya nadie puede decir: “Dios no sabe lo que yo sufro”. [YouCat 101]
¿Por qué llama Jesús a sus discípulos a cargar con la propia Cruz?
Al llamar a sus discípulos a tomar su cruz y seguirle (cf. Mt 16, 24), Jesús quiere asociar a su sacrificio redentor a aquéllos mismos que son sus primeros beneficiarios. [CCIC 123]
¿Por qué debemos nosotros también aceptar el sufrimiento en nuestra vida y así "cargar con la cruz" y con ello seguir a Jesús?
Los cristianos no tienen que buscar el dolor, pero cuando se enfrentan a un dolor que no se puede evitar, éste puede cobrar sentido para ellos si unen su dolor al dolor de Cristo: "Cristo padeció por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas" (1ª Pe 2,21).
Jesús dijo: "El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga" (Mc 8,34). Los cristianos tienen la tarea de mitigar el dolor en el mundo. Sin embargo, siempre habrá dolor. En la fe podemos aceptar nuestro propio dolor y compartir el ajeno. De este modo el dolor humano se hace uno con el amor redentor de Cristo y con ello se hace parte de la fuerza divina que transforma el mundo hacia el bien. [YouCat 102]
¿Qué quiere decir "Jesús es el Hijo único de Dios"?
Cuando Jesús se denomina a sí mismo "Hijo único de Dios" (Hijo único o Unigénito, Jn 3,16) y así es testimoniado por Pedro y otros, se expresa con ello que entre todos los hombres sólo Jesús es más que un hombre. [441445,454]
En muchos lugares del Nuevo Testamento (Jn 1.14.18; 1 Jn 4,9; Heb 11,7 entre otros) se llama "Hijo" a Jesús. En el Bautismo y en la Transfiguración una voz celestial designa a Jesús como "el Hijo amado". Jesús comunica a sus discípulos su relación única con el Padre del cielo: "Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar" (Mt 11,27). Que Jesús es verdaderamente el Hijo de Dios se manifiesta en la Resurrección. [YouCat 74]
Perseveremos constantemente en nuestra esperanza y en las primicias de nuestra justicia, que es Jesucristo, que llevó al madero nuestros pecados en su propio cuerpo (1ª P 2,24), él, que no había cometido pecado, en quien no se había encontrado falsedad en su boca (1ª P 2,22). Pero por nosotros, para que nosotros viviéramos en él, lo soportó todo. [San Policarpo, Carta a los Filipenses, Cap. 8: 1 (MG 5, 1012)]