4.42 ¿Deberían oponerse los cristianos a la pena de muerte?
Algunos pecados parecen ser imperdonables, y entonces la pena de muerte parece ser la única respuesta. Por supuesto, alguien que ha cometido un delito debe recibir un castigo apropiado por sus acciones. ¡Pero la vida humana es algo muy preciado!
En el acercamiento de Jesús a la vida, el amor y el perdón son supremos. Hay muchas maneras fuera de la pena de muerte de prevenir que alguien cometa más crímenes. Por lo tanto, el Papa Francisco ha declarado que la pena de muerte es inadmisible y que la Iglesia trabaje por su erradicación en todo el mundo.
¿Qué pena se puede imponer?
La pena impuesta debe ser proporcionada a la gravedad del delito. Hoy, como consecuencia de las posibilidades que tiene el Estado para reprimir eficazmente el crimen, haciendo inofensivo a aquél que lo ha cometido, los casos de absoluta necesidad de pena de muerte “suceden muy rara vez, si es que ya en realidad se dan algunos” (Juan Pablo II, Carta Encíclica Evangelium vitae). Cuando los medios incruentos son suficientes, la autoridad debe limitarse a estos medios, porque corresponden mejor a las condiciones concretas del bien común, son más conformes a la dignidad de la persona y no privan definitivamente al culpable de la posibilidad de rehabilitarse. [CCIC 469]
¿Por qué se opone la Iglesia a la pena de muerte?
La Iglesia es contraria a la pena de muerte porque es “tan cruel como innecesaria”(San Juan Pablo 11, St. Louis, 27 Ene, 1999).
Todo estado de derecho tiene por principio también el deber de castigar proporcionadamente. En la encíclica Evangelium Vitae (1995) el Papa no dice ciertamente que la aplicación de la pena de muerte sea en todos los casos una pena inaceptable y desproporcionada. Quitar la vida a un criminal es una medida extrema, a la que un Estado sólo debe recurrir en "casos de absoluta necesidad". Esta necesidad se da cuando la sociedad humana no se puede defender más que con la muerte del reo. Pero estos casos, dice San Juan Pablo II, “son ya muy raros, por no decir prácticamente inexistentes”. [Youcat 381]
Hoy día la pena de muerte es inadmisible, por cuanto grave haya sido el delito del condenado. Es una ofensa a la inviolabilidad de la vida y a la dignidad de la persona humana que contradice el designio de Dios sobre el hombre y la sociedad y su justicia misericordiosa, e impide cumplir con cualquier finalidad justa de las penas. No hace justicia a las víctimas, sino que fomenta la venganza.Para un Estado de derecho, la pena de muerte representa un fracaso, porque lo obliga a matar en nombre de la justicia. [Papa Francisco, Carta a la Comisión Internacional contra la pena de muerte, 20 Mar. 2015]